jueves, 15 de noviembre de 2007

Swedenssen, leñador sueco

Hay veces en que no te queda más remedio que guardártela –decía Swedenssen a sus amigos, mientras se agarraba el paquete y lo palpaba suavemente, como haciéndolo asentir- como aquella vez en el bosque, mientras...

-Swedenssen, siempre estás con la misma historia –lo interrumpió Nordikka.

Nordikka era la Sacerdotisa del Templo De los Espíritus Mayúsculos y amiga de la infancia de Swedenssen. Al contrario de las sacerdotisas del resto de los templos, Nordikka, no estaba obligada a llevar sus pechos descubiertos, y sin embargo los llevaba.

-...como aquella vez en el bosque, decía, –continuó mientras sus palabras se enzarzaban en sus barbas perladas de cerveza- y yo, con mi…

-Disculpe, señor…¿es usted Sweddenssen? – La voz del recién llegado dudaba si dirigirse a la cara del leñador o su pene. Decidió mirarle a los ojos.

-El mismo. Precisamente, estaba contando una historia, ¿a qué sí?- de nuevo, movió su pene para que asintiese y dijo “sí” poniendo una voz ronca, que suponía que sería la que tendría su pene si hablase.

-Verá, es que vengo del pueblo de al lado, de Fiordoff…

-¿de Fiordoff?

En la pequeña taberna se armó un pequeño revuelo, proporcional a la taberna. Las gentes de Fiordoff no eran bien recibidas allí. Algo ocultaban, tan tapados, con sus genitales al resguardo. Malas gentes, malas gentes. Porque aunque haya veces en las que no queda más remedio que guardarla…

-¿de Fiordoff? –los pezones de Nordikka se volvieron rojos de ira y lo miraron con todo el desprecio que unos pezones pueden mirar.

Asustado, el fiorditta, retrocedió hasta tropezar con unos barriles y caer. Lo último que pudo ver antes de perder el conocimiento fueron las barbas de Swedenssen con Swedenssen detrás, y se le acercaban cada vez más…

-…pues una vez, en el bosque, estaba yo…

Al despertar el fiorditta, cuyo nombre no viene al caso –como tampoco viene al caso el nombre de nadie que no lleve sus genitales al descubierto- se descubrió con su pitilín al descubierto y lloró de vergüenza. En cuanto se repuso, y viendo que todo parecía volver a la normalidad en la pequeña taberna, olvidó el propósito que lo había llevado a buscar a Swedenssen y huyó.

-…meando, vi un lobo, y me la tuve que guardar. Por si acaso.

Su pene ratificó la historia con un leve movimiento afirmativo; y le guiñó su único ojo a los senos de Nordikka, Sacerdotisa del Templo De los Espíritus Mayúsculos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísima historia!!!!!
Por cierto, no sé si ya te lo había dicho. Álvaro de la Riva ha hecho una página, www.muchoslibros.es, donde se pueden meter cuentos y demás. Está bastante bien. Necesita gente. Yo le he mandado un par de cosas que en breve me publicará. Échale un ojo- el del pene - Álvaro te lo agradecerá.
Abrazosssssssss

Metalsaurio dijo...

Buenas,

Sabía que ahora se dedica a esribir pero no lo de la página. Leí el principio de "El lago" escrito por él y parece que mola; a ver si luego miro la página con más calma, que me tiene buena pinta. Si escribo algo para su página (¿y quiere?...es más, ¿se acuerda de mí?) se lo haré llegar a Pork (tu dirección no la tengo) que no voy a irrumpir (eo, eo, eo) para decirle que ponga en su página algo mío.

Saludos, tio.

El ojo de Swedenssen nos vigila (me alegro de que te haya gustado)

Anónimo dijo...

Muy chula, ....illo

Metalsaurio dijo...

Gracias :)