Es habitual que al referirse a las crisis económicas más de uno caiga en la tentación de advertir “la situación es insostenible, no puede durar”. Otros, mis bufones preferidos, lo hacen a toro pasado “no podía durar”.
No voy a hacer un análisis económico profundo de la situación que se está viviendo a nivel mundial (eso era lo que iba a hacer cuando empezaban a saltar los primeros gritos por la crisis, pero pasé porque, aunque son asuntos que me interesan enormemente, consumiría mucho del escaso tiempo libre que tengo), lo que haré será centrarme en el aspecto de la confianza en la economía, que me parece bastante más original y es un tema que no se suele mencionar.
El decir que “la situación económica es insostenible” significa únicamente cambiar la palabra “pésima” por “insostenible”, por lo que la frase quedaría de la siguiente forma: “la situación económica es pésima”. Al utilizar “Insostenible” da la impresión de que sabes de lo que hablas, en cambio “pésimo” es demasiado general y negativo.
Lo curioso es que lo pésimo sí que es sostenible, y además, sostenible en el largo plazo aunque las consecuencias que traiga no sean las mejores ni de lejos. ¿Y por qué es sostenible? Pues porque se sostiene. Así de simple.
La economía de mercado (libre para los productos/servicios que producen y venden los países ricos; no tan libre para los productos/servicios que venden los países pobres) tiene como consecuencia que el 80% de la población mundial viva en la pobreza y que, incluso en el 20% restante haya más de uno (y de 100, de 1.000, de 1.000.000…) que viva en la mendicidad o sin poner casos extremos, se vea muy justo para llegar a fin de mes. Y, sin embargo hasta ahora ha funcionado, ¿no? ¿Cuánto tiempo hemos vivido siguiendo estos parámetros? El suficiente para ser considerado largo plazo. Para mi está claro que es sostenible, lo que pasa es que es una jodienda.
Claro que hay quien pueda decir que la “insostenibilidad” se refiere a largísimo plazo. Pues oye…”a largo plazo todos muertos” Esto último lo decía Keynes, del que incompresiblemente nadie se acuerda hoy en día. Con esto no quiero decir que no debamos sentirnos responsables por el largo plazo (que, por cierto, veo negro), sino que lo “sostenible” por un período de tiempo infinito es, la vez que deseable, enormemente complicado de conseguir y si se consiguiese siempre habrías cuestiones objetables. (Y, ojito, que nadie piense que estoy hablando de ecología. Es otro tema relacionado con la economía pero no me estoy refiriendo a él)
Bueno, hasta aquí he tratado de plasmar por qué creo que lo pésimo no siempre es insostenible.
La confianza es, desde mi punto de vista, un factor clave de la economía y de la cohesión de la sociedad. El mercado funciona (primero, por nuestra creencia en su inevitabilidad: a nadie se le ocurre entregar un libro a cambio de que te reparen el coche) por la confianza en el dinero como medio de pago (confianza en cuanto a su legitimidad, a su respaldo, y a que no se trata de falsificaciones). Funciona porque los préstamos de los bancos los creemos respaldados por entidades con inversiones seguras. También trabajamos por la confianza de que a fin de mes vamos a cobrar, y, pagamos impuestos (no sólo porque estemos obligados) sino también confiamos en que ese dinero revertirá en el bien común. Se trabaja, se explota y se explotado, en la creencia de que no hay otra alternativa. Y así, con todo.
Basta con que la confianza decaiga en cualquier ámbito de los que he mencionado para que exista una crisis (otro asunto que llama la atención es que sólo se habla de crisis cuando el 20% rico empieza a pasarlo mal):
-¿Qué pasaría si a partir de mañana subimos al bus y como pago entregamos un mechero? (Lo he visto: no dejan) pero ¿y si lo hacemos todos? Quizás no se aceptarían, pero crearía unos problemas muy serios de consecuencias rocambolescas (crisis) el tener a toda una sociedad empeñada en pagar con mecheros. Vale, es un ejemplo absurdo, pero si has leído todo esto, aparte de paciencia, supongo que tendrás una mente lo suficientemente abierta para llegar más allá.
-¿Qué pasaría si el euro deja de estar aceptado como medio de pago porque los creen falsificados o no respaldados?
-¿Qué pasa si los bancos dejan de prestarse dinero entre ellos porque no se fían los unos de las inversiones que tienen los otros, al temer que serán de tan poca confianza como las suyas? Pasaría lo que está pasando ahora: restricción del crédito entre bancos, para empresas y particulares. Cae la producción, crece el paro, cae el consumo, cae más la producción, más paro, menos consumo, caen los precios…en fin…en 1929 hubo algo parecido.
-¿Qué pasa si el 80% del mundo (sí, el mismo 80% que vive de pena) dejan de estar convencidos de que han de estar explotados? Ha habido unas cuentas revoluciones a lo largo de la Historia que comenzaron por la toma de conciencia de que la situación que les tocaba vivir era, además de mejorable, claramente injusta.
-¿Qué pasaría si me levanto en la oficina y le digo al director que me piro, que no quiero estar aquí? (jojo!)
Por cierto, existen indicadores que dicen reflejar la confianza: el
ICO da unos cuantos. A ver si un día de estos me lo miro con calma.
Conclusión perversa: da igual lo malo que seas si se fían de ti y de tus actos.
Conclusión inteligente: cuestiona lo generalmente aceptado porque no siempre es lo correcto.