-¿Duermes?
-No.
-¿Qué pasa?
Suspiré y dije “nada”. Ella suspiró y me hizo hablar. Y le conté. Le hablé del pequeño libro que había comprado esa mañana y de las horas que me había ocupado leerlo. Le hablé del pequeño y olvidado Anthony Lovecraft. Sólo el librero parecía saber de la existencia del hermano del famoso H.P., y a la pregunta de “¿Tiene algo de Lovecraft?” guardó silencio, se volvió hacia un estante, y sólo cuando colocó sobre la mesa un librito, abrió la boca para decir:
-¿Qué tal algo de Anthony?
Me explicó que su padre, Scott, no había enloquecido porque sí. Y que Howard Phillips apenas vislumbraba las dimensiones que su hermano, con esfuerzo, cerraba tras de sí con palabras firmes como candados. Y esas palabras y mundos estaban encerrados en ese libro. ¿Quién sabe si Anthony también? ¿Quién sabe si salta de mundo en mundo, de sueño en sueño?
2 comentarios:
Entrada interesante. Antes de iniciar mis vacaciones comencé un libro de H.P Lovecraft y debido a que es de pasta dura y de tamaño considerable no me lo traje. Mañana regreso a mi ciudad y estoy deseando retomarlo.
P.D.: no conocía la existencia de Anthony Lovecraft... Me has metido el gusanillo je, je.
De H.P. Lovecraft sólo he leído una pequeña recopilación de relatos que venía, pagando un euro, junto a un periódico, pero ese poco que leí me pareció bastante bueno. Ya contarás qué tal el que estás leyendo.
En cuanto a Anthony...casi mejor no encontrárselo :D
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