sábado, 20 de octubre de 2012

Vicisitudes submarinas



Dios, cocinero universal que todo lo sabe, entiende y organiza, descansó en el séptimo día y puso en orden sus pensamientos, ya bastante ordenados de por sí. Sacó dos cajas de ese sitio del que Dios saca las cosas y, en una de ellas metió todas las virtudes y buenas acciones de las que la humanidad sería capaz, además de una lista con los nombres de los virtuosos; en la otra, colocó los defectos y las malas acciones que la humanidad desarrollaría, y también una lista de nombres para identificar a los hombres malos. Separados por cajas, buenos y malos, su destino quedaba sellado.

Al finalizar el día, recogió Dios las cajas y mientras se deshacía para fundirse hacia el Más Allá contemplativo, una de las cajas, la de los malos, cayó al mar y la recogió uno de tantos monstruos acuáticos. La miró, la agitó en sus manos escamosas y le dio vueltas y vueltas hasta que la caja se abrió.

-¡Ju, ju, ju!- Se reía el monstruo al ver las más pérfidas y oscuras maldades de los humanos ya vivos y de los humanos por llegar. Y mientras rebuscaba entre los secretos y reía, las maldades flotaban y se extendían, contaminando a más hombres de los previstos y entristeciendo mucho al monstruo, que tras los primeros minutos, preocupado, dejó de reír.


2 comentarios:

Ángeles dijo...

Me gusta mucho esta mitología que te has inventado.
Porque te lo has inventado, ¿no?
Y me gusta mucho cómo lo cuentas.

"...y puso en orden sus pensamientos, ya bastante ordenados de por sí." Me encanta.

Metalsaurio dijo...

¿Inventado? ¿Acaso no fue así? jajaja!

Gracias, me alegro de que te guste. ¿Por qué no crear tus propios mitos? :D